La presión fiscal sobre los salarios, medida como el porcentaje del ingreso que se lleva el Estado por el impuesto a las ganancias, se elevó fuertemente en la última década. En algunos casos, la tasa llegó incluso a multiplicarse por cuatro, si la comparación se hace con salarios de similar poder adquisitivo de 2001 y de 2010. El alza de la carga por Ganancias -un efecto que ocurrió pese a los aumentos que fue dando el Gobierno al salario mínimo sujeto al impuesto- se acentuaría este año: sin cambios en las variables de cálculo del tributo, el Estado podría quedarse, en algunos casos, con hasta el 20% de los montos de las recomposiciones de salarios. Además, más personas deberían tributar sin que necesariamente tengan mayor capacidad de compra que en 2010.

Si se sigue la historia de una persona de ingresos medios o altos que va manteniendo el poder adquisitivo, se concluye que la tasa que paga hoy por Ganancias es, por lo general, mucho más elevada que la de una década atrás. Un ejemplo: para un sueldo neto de $ 12.500 en 2010, el impuesto anual fue de alrededor del 8%, mientras que un empleado que en 2001 percibía un ingreso con similar valor de compra, tenía un descuento equivalente al 2 por ciento. Para un ingreso más elevado, de $ 18.000 en 2010, la presión se elevó del 6,5 al 15,5%, aunque en este caso hubo una caída después de 2008 (cuando la tasa había subido más allá del 20%) por cambios en la forma de calcular el tributo.

Las conclusiones surgen de un trabajo elaborado por Nadin Argañaraz y Andrés Mir, analistas del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), y los ejemplos corresponden a empleados casados y con dos hijos a cargo.

El trabajo hace hincapié en que el Gobierno podría descomprimir la presión que se genera entre sindicatos y empresas por los reclamos salariales si fuera ajustando las variables que determinan la cuantía del impuesto, de tal forma de evitar que las subas nominales -que buscan compensar los efectos de la inflación- sean en alguna medida absorbidas por el fisco.

El informe explica cuál es una de las causas principales por las cuales el incremento de la ganancia mínima no imponible (comúnmente llamada mínimo no imponible) y de las deducciones aplicadas a la base sobre la que se calcula el impuesto, no alcanza para evitar distorsiones.

Además del hecho de que esas actualizaciones fueron inferiores a la inflación real, también ocurre que están congelados los montos de ingresos, mínimos y máximos, que definen qué alícuota se le aplicará al contribuyente. Y esos montos, lógicamente, no tienen el mismo valor real que diez años atrás. Para determinar cuánto se le va a descontar a un asalariado, en primer lugar se obtiene el total de sus ingresos netos de las cargas a la seguridad social. Una vez descontadas la ganancia no imponible y las deducciones, se calcula el impuesto según una alícuota que es diferente según cuánto es el ingreso imponible.

De acuerdo con el estudio del Iaraf, si el Gobierno hubiera actualizado los montos de ingresos implicados en esa tabla, la presión tributaria también habría subido en los últimos años, pero en forma mucho más leve en comparación con lo que efectivamente ocurrió.

Para el citado caso de un asalariado con un ingreso neto actual de alrededor de $ 18.000, la carga habría aumentado del 6,5% en 2001 al 9,6% en 2010.

Según explicó a La Nacion Andrés Mir, se elaboraron también proyecciones de cuál será el efecto de una mayor carga tributaria, si no hay este año actualización ni de las tablas de alícuotas ni de las deducciones que se aplican.

Efectos para 2011

Suponiendo un alza nominal de salarios del 20% en 2011, si el Gobierno no hace cambios, la presión impositiva pasaría del 1 al 3,6% en un sueldo actual neto algo superior a los $ 8000 (siempre suponiendo el caso de un casado con dos hijos). Para un salario de $ 12.500 la carga subiría del 8 al 11,2%, en tanto que para un ingreso cercano a los $ 18.000 la tasa efectiva del impuesto anual significaría un 18,8%. Las consecuencias serían más pronunciadas en escenarios con mayores alzas de salarios.

"Si hoy a un trabajador soltero, con un salario de $ 5000 netos le dan un aumento del 25%, un 3% se lo llevaría el impuesto a las ganancias", señaló Jorge Rodríguez Córdoba, vicepresidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, quien estimó que por la inflación de los últimos años, hoy el salario mínimo alcanzado por Ganancias debería estar en alrededor de los $ 8500, en lugar de los $ 4818 que rigen según los ajustes realizados para el ejercicio fiscal de 2010. "Hoy pagan el impuesto personas que no deberían pagar", concluyó Rodríguez Córdoba.

Fuente: La Nacion

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