El "made in Argentina" se encarece y lo importado se vuelve el gran aliado del bolsillo de los argentinosLos alimentos y bienes de consumo con sello nacional, en los últimos siete años, registraron subas que más que duplican a las de los artículos que llegan desde el exterior. Así, dejaron de ser los enemigos del Gobierno. Relevamiento de precios y su impacto en el presupuesto de los consumidores

De cara a las próximas elecciones, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lanzó una estrategia que bien podría definirse como "Crispación cero".

En efecto, tras el fallecimiento de Néstor Kirchner, el Ejecutivo se preocupó por implementar el llamado Pacto Social, que busca generar un espacio de consenso entre sindicalistas y empresarios, el frente de conflicto que más dolores de cabeza amenaza con traerle al Gobierno, conciente de las cada vez mayores tensiones que generan las pujas salariales.

Sin embargo, son numerosos los analistas que descreen del efecto a gran escala que pueda tener esta iniciativa, que busca allanar el camino del oficialismo para los comicios de octubre próximo y reducir los potenciales cortocircuitos a su mínima expresión.

En este contexto, desde el IERAL hicieron un llamado a que, antes que un "Pacto Social", lo más saludable para la economía es implementar un "Pacto por la competitividad".

En efecto: según la visión de la consultora, "en una economía cerrada, las empresas y los sindicatos pueden convivir con una inflación del 25% anual. Es un problema, pero no les impide subsistir. Pero en una economía abierta -como lo es la de Argentina- ese 25% anual puede ser un costo que saque del mercado a productos o a empresas nacionales, si es que el tipo de cambio no acompaña a la inflación".

Y, justamente, alertan que esto es lo que está sucediendo en el país: "Cuando los costos de las industrias se enfrentan al cepo cambiario, el ajuste se desplaza a la inversión y al empleo".

En este contexto, Martín Apaz, gerente del departamento de Economía de Deloitte, aseguró a iProfesional.com que "los productos importados están ganando espacio en las preferencias de la clase media porque los precios relativos de los mismos vienen avanzando con mucha menos fuerza respecto de los de origen nacional".

En efecto, un relevamiento realizado por una consultora de investigación de mercado especializada en el análisis de precios en la industria del retail -exclusivo para iProfesional.com-, permite observar cómo desde el año 2003, antes de que el problema inflacionario entre en escena, los incrementos de precios que sufrieron los artículos con sello "made in Argentina" han llegado a más que a duplicar al de los importados.

Según los expertos responsables del estudio, "los productos que llegan del exterior tuvieron una influencia significativa en la evolución de precios en relación a los nacionales entre el 2001 y el 2002. Pero entre el 2003 y el 2010 fueron justamente los nacionales los que tuvieron un impacto en materia de precios mucho mayor que los importados

 

Según se desprende del relevamiento:

Un paquete de fideos elaborado en una planta ubicada en el conurbano bonaerense pasó de valer $1,75 (noviembre de 2003) a casi $5 en la actualidad, lo que implicó un encarecimiento nada más y nada menos que del 175 por ciento.

Como contrapartida, un paquete de tallarines importados desde Italia, en el mismo lapso, se encareció exactamente la mitad: 86 por ciento.

En el campo de los aceites, se observa lo mismo: el oliva nacional proveniente de la región cuyana ahora resulta hasta un 205% más caro.

Por su parte, un frasco de 500cc traído desde Europa subió muchísimo menos: 117 por ciento.

En el caso de las bebidas se destacan las cervezas: un litro en envase retornable de una clásica argentina hoy cuesta casi 130% más que hace siete años.

Como contrapartida, una cerveza premium mexicana, como la Corona, registró una suba menor al 90 por ciento.

En lo que respecta a artículos de mayor valor, como los vehículos, también se observan amplias diferencias:

Los modelos de marcas nacionales como Ford, Chevrolet, Peugeot o Renault, registraron alzas que van del 100 al 130%.

Por su parte, las automotrices que no tienen procesos productivos a nivel local y que traen las unidades terminadas desde Asia, Europa o EE.UU., remarcaron muchísimo menos los precios a lo largo de los últimos siete años. Así, por citar un ejemplo, una Honda CRV automática ahora vale "apenas" un 58% más.

A la hora de profundizar sobre las razones que explican esta tendencia, Apaz explicó que "el tipo de cambio está prácticamente fijo en la Argentina, y mientras aquí tenemos una presión inflacionaria que va del 25 al 28%, en el mundo, a raíz de la pobre performance de algunos países desarrollados, vemos incluso una tendencia hacia la deflación. Por eso, cuando un artículo llega desde afuera, sea éste un alimento o un bien durable, lo que vemos es que su impacto inflacionario es menor que uno de manufactura nacional".

Consultado sobre este punto, Diego Pérez Santisteban, presidente de la Cámara de Importadores, coincidió en que "la evolución del tipo de cambio en los últimos años fue menor que la de los precios internos. Y el efecto que esto genera es que los artículos que llegan del exterior sean cada vez más accesibles frente a los locales".

En este sentido, desde Ecolatina aseguran que el resultado del deterioro que registra actualmente la competitividad cambiaria afecta a las exportaciones de toda la industria pero, sobre todo, "implica la sustitución de producción nacional por extranjera".

Esto explica por qué las góndolas de los supermercados o los exhibidores de los kioskos se vuelven a poblar de aquellos productos típicos de la década de los ´90, cuando reinaba el 1 a 1.

Inversiones y cuellos de botella

En este marco surge una pregunta simple pero con múltiples respuestas: ¿Por qué suben los precios de los bienes con sello "made in Argentina"?

Desde la consultora Abeceb.com explicaron que "con la reactivación económica, con la actividad creciendo al 9% y con un Gobierno fogoneando el consumo a través de una política fiscal y de ingresos expansiva, la tasa de inflación volvió a acelerarse".

A su vez, recalcaron que "el Banco Central convalida este fuerte crecimiento, incrementando la emisión de dinero, contribuyendo a este avance de los precios vía impulso del consumo".

Por otra parte, destacaron que los acuerdos salariales que tuvieron lugar a lo largo del año dieron impulso a los precios de los productos, luego de que los empresarios trasladen los mayores costos a éstos, generándose así un círculo vicioso que, lejos de achicarse, se exacerbará aún más en 2011, dado que los sindicatos evitarán perder terreno ante la presión inflacionaria.

A este combo, Santisteban agregó que "no sobran las inversiones en la Argentina. Por el contrario, no estamos viendo ni siquiera que se desarrollen aquellas necesarias para acompañar el proceso de crecimiento, algo que, en definitiva, termina generando que parte de la industria esté trabajando al límite de su capacidad instalada. Y esta mayor demanda se traduce en mayores precios o suba de importaciones".

En la misma línea desde el Banco Ciudad destacaron que "la mitad de la industria opera con un uso de capacidad instalada superior al 80% y bajos niveles de stocks, dos signos clásicos de limitaciones de la oferta para abastecer la presión del consumo". ¿El resultado? Más importaciones.

El "bálsamo" ahora llega en contenedores

En este contexto, el presidente de la Cámara de Importadores consideró que los productos que llegan del exterior son una suerte de "bálsamo" para contrarrestar parte de la presión inflacionaria que le imprimen a la realidad local los encarecidos bienes con sello nacional.

"La importación siempre es una variable que tiene un rol determinante en la economía, sobre todo cuando se observan niveles de uso de la capacidad instalada tan altos como los de ahora. Además, actualmente se ve una mayor inyección de dinero para jubilados, créditos al consumo... en fin, toda una batería de medidas que impulsa el Ejecutivo para tener a la gente contenta y comprando. Esto, para que sea viable en un contexto de cuellos de botella como el actual, implica que a nivel oficial deban tener una mayor flexibilidad con las importaciones", disparó.

Frente a esto, desde Deloitte, Apaz destacó que "en el futuro lo que vamos a ver es un continuo aumento de las importaciones en volúmenes. El Gobierno podrá restringir el ingreso de algunos productos para que la demanda de bienes nacionales no se caiga, pero la realidad indica que lo que estamos viendo es que no restringe demasiado para que la inflación no se descontrole".

En este sentido, el analista consideró que no va a verse un efecto "cerrojo" sobre un amplio abanico de ramas de actividad, como sucedió hasta 2009, sino que se verán intervenciones en rubros puntuales: "El Gobierno entendió que lo único que termina generando con políticas muy proteccionistas es un aumento generalizado de precios y esto no es un buen ingrediente en el año electoral que se avecina".

¿Se reedita el reclamo por el tipo de cambio?

Según Apaz, esta tendencia, marcada por productos importados que comienzan a valer menos que los nacionales, tiene una dirección clara y puede derivar en productores locales "reclamando cada vez, con mayor insistencia, una devaluación para no perder más terreno".

No es para menos. Para el IERAL, los industriales están en una suerte de callejón:

Por un lado, con respecto a EE.UU., en 2011 la competitividad real va a ubicarse en los mismos niveles del controvertido 1 a 1.

Por otra parte, si se considera a Brasil, también se perdería un enorme colchón. Sucede que, para no resignar competitividad con el país vecino, el límite a la suba de costos laborales en dólares para 2011 en la Argentina debería tener un techo que en las actuales circunstancias resulta irrisorio: no más del 5%.

Sin embargo, según la consultora, "con los números que se manejan hoy, alguna variable está destinada a quedar fuera de escuadra. Si los salarios suben un 25% en pesos y el tipo de cambio quedara estable en torno a los 4 pesos, como se prevé, entonces los empresarios argentinos sufrirán un deterioro en su competitividad cambiaria del orden de los 20 puntos porcentuales.

Entonces, ¿cuál debería ser el valor del billete verde que amortigue el incremento de los salarios, evitando que la industria pierda esa ventaja? Desde el Ieral destacan que esa cifra se encuentra muy por encima de la prevista por el Ejecutivo, ya que la cotización de la divisa estadounidense debería ubicarse en torno a los $4,80 a lo largo de 2011.

Sin embargo, consideraron que esto no sería viable, habida cuenta de que el billete verde está destinado a comportarse como ancla para que la suba de precios no se desmadre aún más.

De este modo, destacaron que "el único que tiene las llaves para salir de este laberinto es el Gobierno", que más que un Pacto Social, debería considerar el ya mencionado "Pacto por la competitividad".

Esto implica que, además de sentar a empresarios y sindicalistas en una mesa para discutir salarios, también avance en una revisión de sus políticas monetaria y fiscal. En definitiva, un terreno exclusivo del Ejecutivo


Fuente: i.profesional.com

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