Desde los albores de la era industrial se ha reiterado el temor al desempleo masivo debido a los cambios en la tecnología. Los economistas neoclásicos predijeron que esto no sucedería porque la gente encontraría otros empleos, aunque tal vez luego de un largo período de dolorosos ajustes. Por lo general, esa predicción ha sido correcta.

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Doscientos años de impresionante innovación desde el inicio industrial han elevado los estándares de vida para el ciudadano común sin que se haya producido un brusco aumento en las tendencias del desempleo. Hubo muchos problemas, en particular rachas de pasmosa desigualdad y guerras cada vez más horribles. Sin embargo, en gran parte del mundo se vive más tiempo, se trabajan menos horas y se llevan vidas más sanas.

 

Pero no puede negarse que el cambio tecnológico se ha acelerado en estos tiempos, lo que puede conducir a trastornos más profundos. En un artículo muy citado, publicado en 1983, el gran economista Wassily Leontief comentaba su preocupación porque la velocidad del cambio tecnológico moderno es tal que muchos trabajadores, incapaces de adaptarse, sencillamente serán obsoletos ¿Es el matadero el destino de millones de trabajadores?

 

Por los aumentos de salarios en Asia, los administradores de las fábricas ya están buscando formas de reemplazar a los empleados con robots. Con la llegada de teléfonos inteligentes baratos, que impulsa una explosión en el acceso a Internet, las compras en línea eliminarán muchos puestos de venta minorista. Se estima que el cambio tecnológico podría fácilmente eliminar entre cinco y diez millones de puestos de trabajo cada año en el mundo. Afortunadamente, hasta ahora, las economías de mercado han demostrado ser asombrosamente flexibles para absorber el impacto de estos cambios.

 

Un ejemplo peculiar, pero tal vez esclarecedor, proviene del mundo del ajedrez profesional. Allá por las décadas de 1970 y 1980, muchos temían que los jugadores quedarían obsoletos si las computadoras lograban derrotar a los humanos. Finalmente, en 1997, la computadora Deep Blue de IBM derrotó al campeón mundial Garry Kasparov en una partida corta. Rápidamente, los potenciales patrocinadores de ajedrez comenzaron negarse a pagar millones de dólares para organizar campeonatos entre humanos. ¿No es la computadora el campeón mundial?, preguntaron.

 

Actualmente los mejores jugadores aún reciben muy buenas pagas, pero menos que en su momento de esplendor. Mientras tanto, en términos reales (ajustados por inflación), los jugadores de segundo nivel ganan mucho menos dinero en los torneos y exhibiciones que en la década de 1970.

 

Sin embargo, ha ocurrido algo curioso: son muchos más quienes se ganan la vida como jugadores de ajedrez que en el pasado. En parte, por la disponibilidad de programas informáticos y competencias en línea, se ha dado un miniauge del ajedrez entre jóvenes. Por supuesto, los factores que rigen los ingresos en el ajedrez son complejos, y he simplificado mucho la ecuación. Pero lo central es que el mercado logra transformar los empleos y las oportunidades de maneras impredecibles.

 

El cambio tecnológico no siempre es positivo y las transiciones pueden ser dolorosas. Un trabajador automotriz desempleado en Detroit puede ser perfectamente capaz de convertirse en un técnico hospitalario con la capacitación adecuada. Sin embargo, después de muchos años de enorgullecerse de su trabajo, puede ser muy reacio a ese cambio.

 

Conozco a un gran maestro de ajedrez quien, hace 20 años, se enorgullecía de su capacidad para ganar dinero en torneos. Prometió que nunca terminaría enseñando "cómo se mueven los caballos" a niños. Pero hoy hace justo eso, y gana más dinero que lo que jamás recibió como jugador.

 

Por supuesto, esta vez el cambio tecnológico podría ser distinto, y deberíamos ser cuidadosos al extrapolar la experiencia de los dos siglos pasados a los dos próximos. En primer lugar, la humanidad se enfrentará a preguntas económicas y morales más complejas a medida que se acelera el cambio tecnológico. De todas formas, a medida que esto sucede, nada sugiere un aumento masivo en el desempleo durante las próximas décadas.

 

Por supuesto, es muy probable un cierto aumento del desempleo como resultado de cambios tecnológicos más veloces, especialmente en Europa, donde una plétora de rigideces impide los ajustes fluidos. Por ahora, sin embargo, el elevado desempleo de los últimos años debe atribuirse principalmente a las crisis financieras y, eventualmente, debería regresar a los niveles históricos de referencia. Las personas no somos caballos

 

Fuente: La Nación 07-10-12

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